Bajo la Iglesia de San Jacinto y casi con las mismas proporciones que
ella, se encuentra la cripta-panteón de Los Gálvez. Se accede por un
lateral, desde el cementerio. Por sus dimensiones parece una Iglesia
subterránea. En la cabecera se encuentra un altar y en el lateral
izquierdo, los nichos de la familia Gálvez, Gallardo y Cabrera, además
del sarcófago en mármol que guarda los restos del Marques de la Sonora.
Es un gran monumento de mármol gris alabastro, sobre un pedestal que
lleva una dedicatoria se encuentra un precioso catafalco con el escudo
de D. José de Gálvez y presidido por un busto suyo cuyos restos fueron
trasladados desde Ontígola (Aranjuez).
A la Izquierda de este una urna de alabastro se recogen los restos de
su madre Dª Ana Gallardo de Madrid y los nichos de otros parientes
donde se puede leer en las diferentes lápidas los apellidos de los
Gallardo, Cabrera y Madrid entre otros, presedido por la cruz de la
Orden de Carlos III.
A la derecha una serie de esculturas anónimas, que se realizaron para
representar a los componentes de la familia Gálvez, excepto la de José
que se encuentra en el patio del cementerio, las estatuas son anónimas y
son bastante realistas. Estas figuras estuvieron por lo menos
hasta 1847 en la puerta principal de la Iglesia siendo maltratadas por
el tiempo y la gente irresponsable, que aconsejaron trasladar al
panteón.
Al frente del crucero hay un altar presidido por una cruz sin imagen y
un damasco rojo estropeado por el tiempo. Antiguamente colgaba en este
altar un lienzo de Murillo representando el Descendimiento y que se
decía era la mejor pintura de la provincia de Málaga por su belleza y
grandes dimensiones (4 metros de alto por 2,50 de base).
Al fondo del crucero hay un columbario que ha ido desplazándose hacia el exterior como cementerio tradicional.
El 8 de septiembre de 1791, por orden de María Concepción Valenzuela,
fueron trasladados los restos de su Marido, D José de Gálvez, al
panteón de Macharaviaya, “…para que siempre pueda estar cumplida la
voluntad del Excmo. Sr. D. José de Gálvez”.
El sacerdote cobraba una renta de anual de 400 ducados para que todos los domingos de cada mes celebrase una misa cantada.
El mausoleo fue mandado construir por D Miguel de Gálvez, sobresale
por su belleza, es de mármol grisáceo y laterales de alabastro, la urna
se eleva sobre un esbelto pedestal, en su frontal grabado el escudo de
armas de los Gálvez y reza la siguiente inscripción:
"Aquí yace el Excmo. Sr. D. José de Gálvez, marques de la Sonora,
regidor perpetuo de la MN ciudad de Málaga, Caballero Gran Cruz de la
Real Distinguida Orden de Carlos III, del Consejo de Estado y del
Despacho Universal de Indias, Consejero, Camarista y Gobernador de su
Consejo Supremo y Superintendente General de Azoges, del cobro y
distribución de la Real Hacienda, Casa de Moneda y Comercio de aquellos
dominios, empleos que desempeñó hasta el 17 de junio de 1787, que
falleció en Aranjuez, el Excmo. Sr. D. Miguel, su hermano le dedica esta
urna, para depósito de sus cenizas, a la que fueron trasladadas y
colocadas el día 23 de octubre de 1791"
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http://www.akasico.com/noticia/1385/Parapsicolog%C3%ADa/cripta-encantada.html
Una promesa incumplida parece haberse convertido en una maldición que
se cierne sobre el panteón de la noble familia Gálvez, en el malagueño
pueblo de Macharaviaya. Apariciones de personajes de época ante
aterrorizados testigos, psicofonías, misteriosas fotografías y un tesoro
oculto son los ingredientes de una historia en la que misterio y
leyenda se dan la mano.
por José M. Frías y J. Romero
Como si de una extraña maldición se tratara, en un rincón del
mausoleo de los Gálvez encontramos una vieja placa del siglo XVIII que
reza lo siguiente: «Costearon este panteón, su altar, vasos, ornamentos y
utensilios los señores D. Matías, D. José, D. Miguel, D. Antonio y D.
Bernardo de Gálvez para perpetuo y privativo reposo de sus huesos, los
de sus mujeres, hijos, herederos y sucesores, que han de trasladarse
limpios y ponerse en los nichos respectivos; y dotaron un aniversario
perpetuo en el día siguiente al de la conmemoración de los difuntos, y
una misa rezada en todos los viernes del año, por la ánimas de los hijos
de su familia».
A cambio de que los habitantes de Macharaviaya cumplieran dicha
promesa, los Gálvez donaron a la localidad una importante cantidad de
dinero. Sin embargo, el cumplimiento del «acuerdo» apenas duró una
década. Después, la placa cayó en el más absoluto de los olvidos, al
igual que los aniversarios y misas en honor de la acaudalada familia.
Algunos lugareños achacan las apariciones y sucesos inexplicables que
tiene lugar en el pueblo a una venganza de los espíritus de los Gálvez
por la promesa incumplida. De hecho, los fenómenos paranormales siempre
ocurren en la zona donde se emplazan la iglesia de San Agustín, su
cementerio y el mausoleo de los Gálvez, un rincón mítico ubicado en la
plaza principal del encantador pueblo malagueño de Macharaviaya.
TERROR EN LA CRIPTA
Un hecho repetido en infinidad de lugares históricos con fama de
encantados es que los fenómenos inexplicables comienzan tras unas obras
de remodelación, como si por este motivo se «despertaran» algún tipo de
energías desconocidas. Esto mismo sucedió a principios de los 90, cuando
las autoridades de esa localidad decidieron realizar unas reformas en
la cripta, pues las visitas de turistas eran frecuentes por aquel
entonces. No hemos de olvidar que los Gálvez de Macharaviaya fueron una
familia de gran influencia en la España del siglo XVIII. Colaboraron
estrechamente con Carlos III durante su reinado y algunos de sus
miembros ocuparon los cargos de embajadores en América, África y Rusia.
Sin ir más lejos, en el panteón reposa el cuerpo de D. José de Gálvez,
quien fuera Ministro de las Indias. Su sobrino, Bernardo de Gálvez,
fundó Galveston, en EE UU, y luchó codo con codo junto a George
Washington por la Independencia de los Estados Unidos.
Una tarde de 1994 dos obreros se encontraban adecentando en la medida
de lo posible el imponente panteón. De pronto, vieron de reojo a varias
personas que caminaban lentamente por la zona del altar, a escasos
metros de ellos. Cuando los trabajadores alzaron la mirada se quedaron
petrificados: una serie de personajes ataviados con ropas antiguas
desfilaban ante sus ojos. Parecían seres reales, de carne y hueso, pero
poco después desaparecieron atravesando uno de los monumentales muros.
Ambos trabajadores, oriundos de Sevilla, salieron de allí como alma que
lleva el diablo, jurando no volver jamás por aquel pueblo. Desde
entonces numerosos lugareños han sido testigos de fenómenos
paranormales. No se trata de simples leyendas, sino de testimonios
reales, con nombres y apellidos.
INVESTIGACIONES EN EL MAUSOLEO
En los últimos meses hemos llevado a cabo diversas investigaciones en
Macharaviaya. Cierta noche, un grupo de personas realizaron una sesión
de ouija en el altar mayor del mausoleo ante las cámaras de un programa
de televisión, de cuyo equipo formábamos parte los autores. En un
momento determinado, un presunto espíritu comenzó a trasmitir mensajes a
través del tablero. Aseguraba que se encontraba enterrado en uno de los
nichos del mausoleo y nos pedía que abandonáramos el lugar. El grupo
insistió en quedarse y en ese preciso instante se apagaron todas las
luces de la cripta, generando una situación de pánico, pues los
improvisados «espíritistas» abandonaron el lugar a las carreras.
Situaciones de este tipo se han repetido en más ocasiones. Muchos
curiosos que se acercaron al mausoleo afirman haber sentido presencias,
además de escuchar ruidos de procedencia desconocida. A lo anterior se
suman la grabación de decenas de psicofonías de gran calidad, que
muestran palabras en castellano antiguo, y la captación de fotografías
con extrañas luces.
LAS APARICIONES DE LA NOVIA
En una de nuestras visitas a la iglesia de San Agustín descubrimos
una desangelada lápida «anclada» en la pared. Cualquier turista que no
preste demasiada atención puede pensar que seguramente pertenece a
alguno de los párrocos de dicho templo. Pero si nos fijamos en el nombre
grabado comprobaremos que se trata de una mujer: María López Escaño de
Cabrera, nacida el 20 de Octubre de 1901 y fallecida el 5 de Diciembre
de 1920.
Tras conversar con los habitantes del pueblo, descubrimos que, desde
hace casi un siglo, son muchos los que han podido percibir la presencia
espectral de una joven vestida de novia merodeando por el interior de la
iglesia. La suelen ver llorando desconsoladamente y siempre desaparece
por la zona de los escalones del altar. Cuentan, y así reza también en
la lápida, que murió el día de su boda en aquellos escalones, de forma
fulminante, antes de dar el «sí, quiero».
Nuestro interés por conocer los motivos de aquella muerte nos llevó a
contactar con el Juez de Paz de la localidad, gracias a quien
conseguimos acceder al certificado de defunción de la muchacha. De este
modo, corroboramos lo que hasta entonces era una simple leyenda.
Efectivamente, María López Escaño cayó fulminada en los escalones de la
iglesia en el momento de su enlace matrimonial debido a una terrible
hemorragia intestinal. El médico del pueblo la dio por muerta, sin
embargo la joven volvió a la vida poco después, y permaneció en estado
vegetativo durante tres días, hasta que finalmente falleció. Este
dramático suceso motivó al poeta internacionalmente conocido Salvador
Rueda, oriundo de la cercana pedanía de Benaque, a escribir un poema que
aparece plasmado en su lápida. Una señora casi centenaria que habita
desde siempre en Macharaviaya nos contó que la muchacha murió en su cama
con el vestido de novia puesto, ya que sus padres esperaban que se
repusiera y se casara. Sin embargo, aquellas ropas se convirtieron en la
mortaja con la que fue enterrada en el cementerio del pueblo. Años
después, la lápida fue trasladada a la iglesia de San Agustín.
Tesoro oculto
A pesar de que la familia Gálvez tuvo relevancia a nivel
internacional, nunca olvidaron a su pueblo natal. Durante su existencia
crearon nuevas carreteras, canalizaron el agua a la población, erigieron
monumentos y edificaron allí la única fábrica de naipes en España con
monopolio de ventas en los Estados Unidos, algo que aportó una
importante riqueza a la localidad durante más de treinta años.
Pero existe un enigma que trae de cabeza a los historiadores: si esta
noble familia amasó en vida una enorme fortuna, ¿a dónde fue a parar
ese dinero cuando fallecieron de forma repentina todos sus miembros?
Siempre ha existido en Macharaviaya una leyenda sobre un tesoro oculto
en el interior de la iglesia parroquial. Cuentan que los Gálvez
decidieron esconder la mayor parte de su capital por si en algún momento
una catástrofe, como una guerra o un terremoto, se cernía sobre el
pueblo. Entonces el dinero saldría a la luz para que la villa resurgiese
de sus cenizas. Curiosamente, la Iglesia de San Jacinto fue reformada
pocos años antes de que fallecieran los hermanos Gálvez, a finales del
siglo XVIII. ¿Fue entonces cuando se escondió el tesoro entre sus muros?
Durante nuestra vista a dicha iglesia descubrimos unas extrañas
marcas en su suelo: una cruz rodeada de pequeños círculos, a modo de
monedas. Se trata de marcas probablemente realizadas con alguna mezcla
de aceites y otros elementos afines. Los lugareños no recuerdan quién
las hizo ni por qué motivo. ¿Es una marca relacionada con el tesoro de
la acaudalada familia? No lo sabemos, pero la rumorología popular, como
no podía ser de otro modo, apunta en ese sentido.
Imágenes del misterio
Algunos investigadores han obtenido diversas fotografías extrañas en
los lugares de Macharaviaya donde vienen sucediendo los desconcertantes
fenómenos. De todas ellas destacan dos. La primera se tomó poco antes de
que una vidente fuese hipnotizada con el fin de percibir alguna
información sobre las presuntas entidades del más allá a las que se
atribuyen los fenómenos paranormales. La psíquica paseaba entre los
nichos, mientras algunos investigadores tomaban instantáneas de la
escena. En una de ellas se observa una enigmática figura alargada que
parece «emanar» de uno de los nichos y tocar la espalda de la mujer.
En la segunda fotografía, tomada en el panteón de los Gálvez y
captada a escasa velocidad de obturación por la falta de luz, se puede
distinguir «algo» que cruza ante la cámara, dejando a su paso una estela
blanca. Los anteriores son sólo algunos ejemplos de la gran cantidad de
fotografías extrañas tomadas en diversos lugares en el pueblo.
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