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jueves, 3 de noviembre de 2011

Las cabezas de Toro de Costitx

El toro, animal sagrado por excelencia, y simbolizante de la fuerza, la virilidad sexual, la riqueza, el poder, la fecundidad, el rango social, principal protagonista en rituales funerarios y de sacrificios, su culto, es decir, la taurolatría, ha estado presente en varias civilizaciones, donde dando fe de ello, es la infinidad de sus representaciones gráficas, plásticas y de narrativas mitológicas que podemos admirar en museos, y si nos dan permiso, en colecciones particulares, piezas procedentes de Anatolia, Egipto, Mesopotamia, Cartago, Cerdeña, Chipre, Córcega, Iberia, Grecia, Turquía, Malta, Roma, Sicilia y en parte del archipiélago balear, donde en Menorca, el toro es asociado a las enigmáticas taulas ( Ver mi artículo en Revista Avalon Las enigmáticas Taulas menorquinas, 6 de septiembre de 2011), y curiosamente, la montaña más alta de esa isla se denomina El Toro (358 metros) , en cuya cima hay un santuario que tiene una leyenda de la aparición de una talla mariana gracias a la ayuda de un toro; aunque a decir verdad, donde se han descubierto más figuras bóvidas en suelo balear, es en Mallorca, destacando los sarcófagos de forma tauromorfa en la zona nordeste de la isla, pero, las más conocidas e importantes son las tres cabezas de toro (en mallorquín caps de bous o braus), en Son Corró, Costitx, datadas en el periodo final de la cultura talayótica ( 500 a.C-123 a.C.).
Costitx y sus TorosCostitx, localidad situada en el mismo centro de Mallorca, está dentro de una zona rica en yacimientos de todas las fases de la época talayótica (Siglo IX a.C-123 a.C), es decir, en el final donde en sus 15,19 km2 de termino municipal, entre navetiformes, santuarios, talayots, túmulos, poblados y cuevas sepulcrales, tienen una nomina de 19 yacimientos, o sea, 0,72/km2.
A principios de 1894, Joan Vallespir, conocido por el sobrenombre de “Pepepina”, mientras se hallaba realizando labores rurales en su terreno de Can Gallet, en el predio de Son Corró, halló varios pilares pétreos, fragmentos cerámicos, cuernos y orejas de bronce de toro y de cabra, un brazo derecho de 21 cm. de una escultura de piedra, un cetro rematado por una paloma, una caja cuadrada, colmillos curvos y afilados de cerdo salvaje, hueso de ganado lanar y de cráneos humanos, y, quizás, lo más espectacular e importante del descubrimiento, fueron tres cabezas de toro de bronce.
Una comisión de la Sociedad Arqueológica Lul·liana (S.A.L.), teniendo conocimiento por la prensa del descubrimiento de Costitx, el 25 de mayo de ese mismo año se personó en el yacimiento. Tras un análisis del material hallado, elogiando las testas taurinas, pudieron comprobar que se trataba de una santuario talayótico, los siete pilares cilíndricos, de piedra caliza, labrados toscamente, colocados de forma irregular, medían un metro de altura por término medio, y con 55 a 75 cm. de diámetro, oscilando la distancia entre ellos de 1,20 y 2, 60 m.
El 26 de abril de 1895, la S.A.L , y la Comisión Provincial de Monumentos Históricos y Artísticos de Baleares, visitaron el yacimiento por segunda vez, viéndose consternados sus delegados al comprobar que los pilares se había trasladado a otro lugar y el terreno estaba sembrado de cereales y leguminosas , que había por doquier infinidad e montones de fragmentos cerámicos sacados al remover la tierra, y que nuevos pilares descubiertos hacían función de soporte de un terraplén; el propietario no había hecho caso del ruego que le hicieron los arqueólogos un año antes que no trastocara nada del santuario, pero, menos mal, los comisionados tuvieron la precaución en su primera visita de tomar fotografías y realizar dibujos del estado original del santuario.
Joan Vallespir, el descubridor, había informado a la S.A.L. en la tercera visita que realizaron al santuario, el 17 de mayo de 1895, que si querían adquirir todo el lote de piezas para que no salieran de Mallorca, tendrían que abonar la cantidad de 3.500 ptas, ya que tenía varias ofertas de la península y la de un representante del museo parisino del Louvre. Al no poder obtener sobre su propio peculio, ese grupo de historiadores solicitaron el dinero a las instituciones públicas y privadas de la isla, pero todo resulto en vano. Al ver agotadas todas las posibilidades, una comisión de la sociedad se persono ante José Ramón Mélida y Alinari, director del Museo Arqueológico Nacional, en Madrid, al cual le presentaron los dibujos y fotografías del material hallado en Son Corró. Mélida, ilustre arqueólogo, se quedó maravillado al ver las fotografías de las tres cabezas de toros, y de las cuales vio connotaciones heriaticas orientalizantes, diciendo que eran más perfectas y hermosas que las similares halladas en santuarios sardos. Semanas después, con motivo de la visita de la reina Isabel II y su jefe de gobierno, Antonio Canovas del Castillo, el museo organizó una especial exposición con las mejores piezas de su fondo, y entre las cuales, había un panel con la documentación aportada por la S.A.L., demostrando gran expectación entre los ilustres visitantes , que a petición del director del museo las adquieran, por el precio fijado por Joan Vallespir, para el Patrimonio Nacional, y desde entonces se hallan expuestas en la sala de prehistoria balear de ese museo con los números de referencia de deposito 18453, 18454, y 18455.
Son CorróEstas cabezas de toro están fundidas en bronce a la cera perdida, la de mayor tamaño, sin poder hallar su peso en las fuentes, por mí, consultadas, es de unas medidas de 77×74 cm. de frente, entre sus cuernos, en forma de lira, hay una distancia de 68 cm..; otra, la mediana, es de 40×60 cm. de frente, y peso de 33, 77kg, sus cuernos están insertados por clavijas, las orejas están encajadas, y en su morro porta un par de argollas; y la más pequeña, y a la que le falta el asta izquierda, es de 32×25 cm. 13, 40 Kg. de peso , las orejas forman parte del fundido; a dos de esas piezas les aprecia soldaduras realizadas por errores en la fundición o por posibles fisuras.
Varias son las hipótesis que se barajan sobre la procedencia de esas esculturas y el uso que estaban destinadas. Algunos historiadores opinan que fueron fundidas en la propia isla; en cambio, otros dicen que pudieran ser, al tener la parte posterior hueca, mascarones de proa de navíos que asolaban las costas mallorquinas y capturados por los indígenas; también se cree que eran importados, como botín de guerra por los famosos honderos baleáricos que participaron como mercenarios en multitud de campañas bélicas, primero con Cartago, y después con Roma.
En 1979, el ayuntamiento de Costitx, curiosamente, esta localidad ha sido la primera en Mallorca que se ha declarado antitaurina, acordó en una sesión ordinaria solicitar la ayuda del Govern de les Illes Balears, Consell de Mallorca y resto de los municipios de la isla, para que el Estado Español devolviera las cabezas de los toros a su lugar de origen; de nuevo en 1983 y 1986, se volvió la solicitud del retorno, pero todo resultó en vano, esas piezas, una de las más importantes de la prehistoria mallorquina, y debido a la falta de de desinterés de los estamentos oficiales de esa época, se hallan allende de la isla mayor de las Baleares; solamente hay unas replicas exactas, fundidas en bronce en 1983, que costaron 200.000 ptas, y que se hallan en la Casa de Cultura de Costitx.
Hoy en día el santuario de Son Corró presenta un aspecto radicalmente de cuando fue descubierto. Le faltan los muros que cerraban el recinto, y los pilares están sobrepuestos en par y de forma vertical, uniéndolos por un tubo de acero de 5 cm. de diámetro entre ambos; de todas maneras, vale la pena visitarlo e imaginarnos por unos momentos, pisando su solar y tocando con nuestras manos esas piedras, ser parte de esos hombres y mujeres que nacieron, vivieron y murieron dentro la cultura talayótica, una de las más enigmáticas e influyentes del Mediterráneo.
Autor: Josep Maria Osma Bosch

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