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sábado, 5 de noviembre de 2011

El Cronovisor

El benedictino Alfredo P. Ernetti construyó el cronovisor el año 1952, un artefacto que permitía, según aseguraron, trasladarse a tiempos pasados. (Foto: autor desconocido).

Personajes tan ilustres del siglo XIX como Tomas Alva Edison, inventor del telégrafo y el fonógrafo, o Alexander Graham Bell, inventor del teléfono, estuvieron trabajando, infructuosamente, en la construcción de un aparato para comunicarse con el pasado. En 1857 había nacido para la comunicación con los muertos la doctrina filosófica del espiritismo de la mano de la obra "El libro de los espíritus" del pedagogo francés Allan Kardec.

El contactisme con el "más allá", pero, comenzó a evolucionar durante el siglo XX, la tecnología empezó a cuajar abriendo definitivamente esta puerta con la aparición de la cronovisió. La cronovisió o captación por medios tecnológicos de imágenes y sonidos del pasado y del futuro ha sido tema de interés desde hace tiempo, pero nunca se ha podido probar la existencia de una máquina de tales proezas. El último invento de esta transcomunicació instrumental ha sido el sistema creado en 1982 por el técnico electrónico William O'Neil denominado Spiricom.

El cronovisor del benedictino Alfredo P. Ernetti (1925-1994) permitía, aseguran, trasladarse a tiempos pasados; poco antes, el también religioso y físico Luigi Borello había desarrollado una técnica similar. Fue en 1972 cuando publicó en un semanario italiano que un equipo de doce físicos encabezado por el padre Ernetti había creado en 1952 un artefacto capaz de fotografiar el pasado. Ernetti había ejercido de exorcista y había sobresalido en muchos otros campos. Licenciado en teología, filosofía y letras, física cuántica y lenguas orientales, destacó especialmente por su labor docente sobre la música prepolifònica (ver Año Cero de enero 2001).

El benedictino afirmó, sin entrar en detalles técnicos, que la máquina funcionaba a la perfección y enfatizó sobre algunos de los logros conseguidos: la reconstrucción parcial de algunas obras musicales perdidas como la tragedia Quinto Ennis representada en Roma en 169 a. C., la contemplación de la destrucción de Sodoma y Gomorra, la localización del texto de las Tablas de la Ley o haber presenciado la crucifixión de Jesucristo. ¿Un intento, en definitiva, de convencer a los descreídos de la historia sagrada usando la "mitología tecnológica"?

Durante una sesión de grabación de música gregoriana en 1952 en el laboratorio de Milán del padre Agostino Gemelli, este y Ernetti asustaron cuando al escuchar un magnetófono oyeron una voz extraña al proceso de grabación de la cinta magnética, esta voz fue reconocida por Gemelli como la de su padre ya fallecido. La aparición de esta psicofonía sirvió de estímulo para investigar sobre la pneumafonia o transcomunicació, sobre lo que los aristotélicos y pitagóricos ya habían intuido: mediante la disgregación de los sonidos era posible la reconstrucción de las imágenes. Había nacido la leyenda del cronovisor.

Un esquema del cronovisor según la descripción que hizo su autor con la imagen de Jesucristo pretendidamente capturada por el artefacto. (Imagen: Gepra-www.ovni.info-).

La técnica usada en la máquina podría basarse en el concepto clásico de la desintegración del sonido: "la energía no se crea ni se destruye, sólo se transforma". Así, según Aristóteles o Pitágoras, la luz y el sonido no desaparecen del todo, sino que se transforman, lo que hace posible su recuperación de forma indefinida en el tiempo. Ernetti, en cambio, parecía confiar más en la física de vanguardia. Según declaraciones suyas, las ondas sonoras se subdividen en armónicos que se graban en los materiales inertes o en algo tan controvertida como el éter.

Otras hipótesis referidas al esquema de la máquina (ver http://www.alpoma.net/) hablan de un sistema semiorgànic en el que las ondas cerebrales de un ser humano servirían de catalizador para recuperar las huellas del pasado. Durante la Guerra Fría americanos y soviéticos intentaron desarrollar sistemas orgánicos que permitieran proyectarse astralment y penetrar en territorio enemigo en misión de espionaje. El cronovisor, curiosamente, coincidió en los años cincuenta con la publicación de varias obras de ficción en las que aparecen máquinas de este estilo como los cronoscopis y cronotúnels de Isaac Asimov.

Un aspecto determinante en la historia del cronovisor fue la aparición de una impactante imagen atribuida al'artefacte que en realidad no era sino una fotografía de un crucifijo conservado en un santuario italiano. El mismo Ernetti aclaró que esa imagen no tenía nada que ver con el cronovisor pero eso acabó desacreditando el invento y el mismo Ernetti, que a partir de entonces guardó silencio. Estaba avergonzado del fraude? Cuesta creer que una persona de reconocido prestigio mundial hubiera podido actuar como un falsificador.

"El Papa Pío XII prohibió que divulguéssim cualquier detalle sobre la máquina del pasado y la investigación porque puede ser muy peligroso", declaró Ernetti en 1993 a Javier Sierra, entonces director de la revista "Más Allá". La documentación referida al invento está custodiada en el Vaticano, se dice que los secretos guardados podrían desmentir los fundamentos de la Iglesia. Todo lo relativo al cronovisor es un misterio que tal vez el cura francés François Brune podrá explicar algún día, este teólogo y experto en transcomunicació había conocido Ernetti en 1964 y narra su conocimiento la obra "Los muertos nos hablan" (1990).

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